Hace tiempo leí un estudio sobre perros y bebés que hablaba sobre los beneficios para un niño de crecer junto a un perro. El estudio confirmaba que los bebés que conviven con perros y gatos hasta el año tienen un 30 % menos de posibilidades de contraer infecciones de las vías respiratorias y de oído, ya que al estar en contacto crean las defensas de forma natural.
El estudio sobre perros y bebés que os comento fue realizado por el Hospital Universitario Kuopio de Finlandia y las conclusiones fueron que el contacto entre el bebé y el animal potencia el sistema inmunológico durante su primer año de vida.
Otro estudio en Reino Unido sobre perros y bebés confirmaba que los niños que conviven con perros tienden a tener una alta autoestima y gozar de mejores relaciones sociales al provocar el sentimiento de aceptación y de ser querido por el perro en todo momento. Expertos aseguran además que acariciar un perro disminuye la tensión arterial y produce efectos relajantes muy beneficiosos para nuestra salud.
Los animales domésticos como los perros establecen una estrecha relación con los niños que aprenden valores y conocimientos básicos sobre la vida y la muerte, el crecimiento o la alimentación.
Aunque no soy nada fan de perros grandes en ciudades, existen otras razas pequeñas como el pug, el chiuaua o el Yorkshire que, con cuidados, pueden CONvivir dignamente en un piso. Lo ideal es acudir a una perrera y preguntar a los cuidadores qué tipo de raza se puede adaptar mejor en función de vuestra vivienda y de la edad de los niños y niñas.
Ayer leía en “La Vanguardia” el caso de una madre blogger que ha publicado las fotos de su hijo y un cachorro mientras hacen la siesta.
En primer lugar un ole por la madre por adoptar a Beau, una mezcla de pastor, labrador y boxer, de la perrera. Según explica la madre, Beau espera paciente a que el bebé Theo esté dormido para acercarse cariñosamente y dormir con él una súper siesta de dos horas aproximadamente.
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