Hoy nos han llamado de la guardería y nos han comentado que nuestro hijo ha vomitado hoy el desayuno y la comida, aunque nos han dicho que no nos debíamos asustar.Ya no le dan puré, es todo sólido lo que le suministran para comer, y le encanta. Pero lo ha echado todo.
Parece que sólo ha podido tomarse un poco de leche con cereales en biberón algo más tarde y se ha dormido. Andaba muy cansado y, aunque no llegaba a la temperatura que se considera fiebre (tenía 37,8 grados centígrados) parece que estuviera incubando algo.
A la vista de esta llamada, uno se pregunta por los vómitos y cuándo son peligrosos y cuándo pueden ser una respuesta normal del organismo.
Si se trata, como parece en el caso de nuestro hijo de un día concreto y pasados unos días se ve que, por ejemplo, tiene algún tipo de resfriado o algo vírico, la explicación está clara y disipa de inmediato la preocupación de los padres.
Sin embargo, hay casos en los que hay que consultar con el pediatra o, incluso, llevar al crío a urgencias.
Los motivos por los que se pueden producir vómitos de continuo son casi innumerables pero podríamos destacar otitis, infecciones de orina, meningitis, infecciones intestinales, gastroenteritis… vamos, un montón de posibilidades.
Especial atención y cuidado si el vómito tiene un color oscuro (se dice que es tipo “poso de café” por su similitud con el color de dicho poso) debido a la secreción de bilis y su inclusión en el vómito o, por supuesto, si contiene sangre. Aunque yo creo que ningún padre del mundo dejaría de llevar rápidamente a su hijo al médico si viera que su vómito contiene sangre, ¿verdad?
Otros síntomas unidos al vómito que hay que tener en cuenta y que serían motivos suficientes para llevarle al médico serían el llanto continuado, la distensión abdominal, los signos de deshidratación y que no acepte el niño pequeñas ingestas de líquidos.
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