Reconozco que cuando ayer escuché la noticia me parecía mentira.
La he buscado en internet y encontré una primera referencia en un periódico digital. Pero como me seguía pareciendo increíble, he querido contrastarla con otros medios y, en efecto, parece que se confirma. La noticia es la siguiente: existen unos premios, los “IgNobel”, también llamados los “Antinobel” que se otorgan en la Universidad de Harvard para parodiar las investigaciones más descabelladas, inútiles o extravagantes que se hayan efectuado durante el año. Suelen destacar las que tienen que ver con “investigaciones” en el ámbito de la Medicina y la Biología.
Sin embargo, este año sobresale especialmente el premio otorgado por la investigación que dice haber obtenido bacterias de las heces de bebés y emplearlos en la fabricación de embutidos probióticos, en concreto un fuet. Aseguran los investigadores que el fuet conseguido es mucho más saludable que el logrado de manera tradicional.
Lo más curioso de esta noticia (y que nos toca más la fibra, si cabe) es que esta investigación ha sido realizada por el Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentaria (IRTA), que depende de la Generalitat de Catalunya.
Resulta, como poco, chocante, para empezar, que se inicien investigaciones de estas características y más con fondos públicos. Aunque, visto de un modo más práctico (y la practicidad a los catalanes no se la podemos negar), ¿no se fabrican quesos que se fermentan en estiércol de vaca? Entonces, ¿qué diferencia hay con emplear las de un bebé?
Como decían en la radio el otro día, además, de un modo jocoso, como es lógico, si es la caca de tu propio hijo no hay aversión ninguna. Es una de las cosas que se aprenden cuando se es padre por primera vez. Lo que nos parecía antes totalmente repugnante, llega a formar parte de tu vida tanto que eliminas barreras y tabúes.
Aunque no sé yo si llegaría a probar ese fuet…
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