Vacunas Infantiles, un trago necesario
Recuerdo que los de mi generación (y los de generaciones anteriores) llevábamos en el brazo la “marca” de la vacunación, una señal como si te hubiesen apretado la piel con una chapa metálica de botella y se hubiese quedado grabada para siempre.
Ahora las cosas son distintas. Ahora el pinchazo es tan leve que no deja marca alguna.
También las sensaciones lo son porque, al igual que nosotros somos incapaces de recordar cómo nos sentimos en el momento en que nos vacunaron, no podíamos más que imaginarnos (más que temer, diría yo) cómo nos íbamos a sentir al ver a nuestro hijo/a pasar por el trago de las vacunas.
Ya sean las vacunas infantiles obligatorias como las que no lo son (aunque son recomendables. ¡Qué lástima que tengan que llegar los recortes económicos en esto! Porque si eran obligatorias antes, ¿por qué ahora son sólo recomendables?) se empiezan a dar cuando el bebé tiene dos meses.
Pero, al menos en nuestro caso, no sufres de verdad hasta la vacuna de los cuatro meses porque el niño ya empieza a ser consciente que esa señora de la bata le va a hacer daño. Nuestro hijo a los cuatro meses, después de la primera vacuna, seguía con la mirada a la enfermera con las siguientes, cómo pidiéndola por favor que no le hiciera daño.
Afortunadamente, a los seis meses ha sido sorprendentemente positiva la 
reacción. Un leve lloriqueo con cada pinchazo pero no el berrinche de los cuatro meses.
Hablando de reacción, es posible que con las vacunas infantiles le suba la fiebre y se le endurezca el lugar del pinchazo. La fiebre se combate con paracetamol (mano de santo) y la hinchazón (si es que se da, que no tiene por qué) se reduce aplicándole calor localizado.
Y después de hablar de las sensaciones que tienen los padres, hablemos de las vacunas en sí.
El Libro de Salud de nuestro hijo (que debemos llevar siempre en cada consulta en la Seguridad Social) se especifica el calendario de vacunación, qué vacuna poner en qué momento. Además de las vacunas infantiles obligatorias (y subvencionadas por el Estado) están las recomendadas, la del Rotavirus y el Prevenar.
La del Rotavirus (Rotatec) es para evitar la gastroenteritis que típicamente suelen coger los niños en las guarderías cuando están en contacto con más niños. Asimismo, el Prevenar se recomienda si vuestro hijo va a estar en contacto con otros niños y lucha contra infecciones bateriológicas tales como neumonías, meningitis o infecciones de oído…
Existen escuelas de actuación (cada vez más extendidas) que cuestionan la necesidad de vacunar a los bebés en tan temprana edad. A nosotros también nos surgieron dudas pero después de hablar con los profesionales y pensar qué pasaría si no se las pusiésemos y cayera enfermo, nos decidimos.
No sé si habremos acertado pero, por el momento, la salud de nuestro hijo parece verse fuerte. Ser padres conlleva estas dudas, no queda otra.
Si te ha gustado esta información, compártela a través de tu Red Social Facebook, Twitter… Gracias 
