Bajo las siglas de EHRN se conoce a la Enfermedad Hemorrágica del Recién Nacido que aparece por una deficiencia de vitamina K. Existen tres tipos distintos de RHRN (Precoz, Clásica y Tardía) variando el momento de aparición desde las primeras 24 horas, la primera semana o entre las semanas 2 y 12 respectivamente.
Cuando me quedé embarazada de mi primera hija busqué y busqué todo tipo de información de cara a decidir por mí misma qué quería para mi parto y para mi bebé. Mi deseo era el menos intervencionismo posible, siempre dentro de la seguridad. En cuanto a la inyección de vitamina K estudié la alternativa de la administración por vía oral, pero finalmente la descarté porque no es completamente seguro que el bebé ingiera la dosis necesaria y los riesgos de no recibir la correcta dosis son bastante desagradables. La EHRN puede provocar áreas de sangrado gastrointestinales, cutáneas y nasales e incluso intracraneales en el caso de la tardía.
La vitamina K ayuda a que la sangre se coagule. Aunque una parte de la vitamina K proviene de la placenta (por eso es vital esperar a que el cordón deje de latir y pueda traspasar todo el hierro y vitamina K entre otros al bebé recién nacido) las inyecciones de vitamina K pueden prevenir la enfermedad hemorrágica del recién nacido.
En este estudio además dice que los bebés que son alimentados con leche materna, obtienen menos cantidad de la vitamina K que los alimentados con leche de fórmula (que contiene más).
También me ha parecido interesante las fuentes de vitamina K en cuanto a alimentación. Podemos encontrar esta vitamina K en las verduras de hoja verde, las hierbas tipo albahaca o tomillo, las cebollas de primavera (con esas voy a hacer yo esta noche una ensalada “pipirana”), las coles de bruselas, el brócoli, los espárragos, las ciruelas o el chile.
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