La hemorragia nasal en los niños : posibles causas

La hemorragia nasal pueden ser una tontería cuando le pasa a uno pero pueden llenarte de temor, incluso de miedo, cuando le pasa a tu hijo. Y más si es un bebé de once meses.

la hemorragia con los pequeños

Lo que sucedió la otra noche, además, venía acompañado de otros detalles que llenaría de inquietud a cualquiera. Yo estaba volviendo a casa, era ya tarde y estaba deseando hacerlo. Cuando una llamada de mi mujer preguntándome a qué hora iba a llegar pero con un ligero temblor en la voz me sobresaltó. Su contestación me dejó helado.

Había oído quejarse al niño en su cuna y cuando fue a verle y le cogió en brazos se dio cuenta que tenía toda la cara llena de sangre. ¡Menudo susto! ¡Y sola, como estaba!

La dije que estuviera tranquila, que enseguida llegaba yo y veríamos qué podía haber pasado y qué hacíamos con la hemorragia.

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Cuando llegué, el niño estaba dormido en sus brazos, con la mano llenita de sangre, el dedo en la boca, la cara ya limpia pero restos de una hemorragia nasal por las dos fosas de la nariz (los restos resecos de sangre en ambos lados de la nariz lo indicaban). Lo cierto es que verle con la manita totalmente roja y la sábana y la colcha con los restos de la hemorragia, impresionaban. ¡Cuánto más tendría que haber impresionado a mi mujer ver la sangre por toda la cara de nuestro pequeño!

Yo la pregunté si había tosido o había estornudado (ya que está constipado) por si el esfuerzo hubiera provocado la hemorragia nasal pero ella me reconoció que sólo le oyó llorar. Para tranquilizarla, me ofrecí a ir a visitar a un vecino que, por suerte, es un reconocido pediatra.

Me supo mal interrumpirle en la cena pero me dijo que no importaba y mientras seguía cenando se dispuso a escuchar mi historia. Después de contársela me preguntó si el niño había tenido fiebre. “No”, le dije.

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Y con la misma cara de calma aplastante que tranquiliza al más pintado (y sin dejar de cenar, lo que me tranquilizó más aún) me contó que las hemorragias nasales son muy habituales en los bebés. Cuando pasan por estados catarrales, la mucosa nasal está inflamada y simplemente una tos hace que la presión sanguínea aumente lo suficiente para que alguna venilla de la nariz se rompa y se produzca la hemorragia. La sangre de un color rojo intenso verificaba este tipo de hemorragia.

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Me aseguró que no hay ningún problema, que podía volver a repetirse pasadas unas horas o unos días. En ese caso, había que presionar ocho minutos la fosa que sangrara. Si el bebé no se deja, mejor tapar las dos fosas, que ya respirará por la boca, me dijo. Me fui muy tranquilo, dejé más tranquila a mi mujer y me sirvió la consulta improvisada para, primero, desterrar un miedo por una situación que, al menos, es escandalosa (todo incidente con sangre de por medio lo es) y, segundo, conocer más sobre el fenómeno de las hemorragias nasales, por qué se producen y cómo se atajan.

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Un Padre con la L
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