El director del internado para jóvenes de 13 a 18 años, Wellington College, Sir Anthony Seldon introdujo en el año 2006 las clases de felicidad.
En primer lugar, cuando leí el titular de la noticia en la sección de familia del diario ABC pensé: – Mira qué bien.
Pero cuando leí, que el colegio que estaba poniendo en marcha las “clases de felicidad” era un internado, automáticamente en mi mente se produjo un cortocircuito causado por la contradicción que me genera dar clases de felicidad durante una hora a la semana para enseñar al niño a vivir durante una hora semanal, en un internado.
El niño o niña debería aprender a vivir en el entorno familiar, en el entorno de barrio, en el entorno de la calle…y no recibir clases de felicidad en un internado que se creó en 1859 y que no permite que el niño o niña tenga contacto diario con otros entornos. Es mi opinión.
Me supera la contradicción de la noticia que tacha de “prestigioso” el internado por convertirse “en uno de los centros educativos más avanzados del país”. ¿Por dar una hora a la semana de debate emocional?
Si bien es cierto que la educación emocional es muy necesaria en el ámbito escolar, también es cierto que la mayor carga de la educación emocional se aprende en casa, en el hogar.
Entonces…Estoy de acuerdo en que la salud mental y el bienestar de los alumnos debe ir de la mano de los resultados académicos siempre y cuando se respete al niño o niña en particular, sus motivaciones y su etapa evolutiva.
Según la ONG Childline, un alto porcentaje de niños y niñas británicos sufre estrés por los exámenes y por el ritmo que le obliga a llevar la escuela lo que está haciendo que los expertos se planteen el modelo educativo, que prima aspectos útiles de la vida cómo hablar en público antes que la alfabetización, la aritmética o la física.
¿Qué opináis de este sistema educativo?
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