La etapa de la joroba: ¡es agotador seguir al pequeño!

Desde hace algo más de un mes, aproximadamente coincidiendo con el primer cumpleaños de nuestro pequeño, comenzó una etapa que un amigo nuestro definió perfectamente hace unos días: la etapa de la joroba.

la etapa de la joroba

En estos casos es cuando uno se pregunta porque no hace alguna que otra abdominal, o quema algo de grasa de la tripa o realiza sencillos pero eficaces ejercicios cada mañana para fortalecer los músculos de la cintura y la parte baja de la espalda. Porque, os lo puedo asegurar, mi a mi amigo no le falta razón y la postura más popular entre los padres y madres de niños de esta edad es la de noventa grados, con los brazos extendidos sujetando los de tu hijo o colocándolos a modo de barrera protectora para que no le pase nada.

la etapa de la jorobaDiréis que igual es exagerado.

Pero es que la vivacidad y el ansia exploradora de los bebés con esta edad no sabe de límites humanos conocidos. Se mueven por todos lados, con su paso zigzageante y aparentemente descontrolado, suben bajan, tratan de trepar, se tiran al suelo para levantarse de inmediato, juegan al escondite, salen corriendo (como pueden) para desaparecer por una puerta y aparecer por otra.

Y nuestro mundo visual está a una altura de unos 75 cm del suelo, aproximadamente, nuestro cuello, en consecuencia, se dobla hacia abajo y como por efecto de la gravedad que afecta a cabeza y cuello, la espalda se inclina hasta que llega a la postura ya mencionada de los 90 grados, la ideal para que se vaya formando una chepa de cuento de jorobados.

Es maravilloso ver cómo crecen, como luchan por superar obstáculos, cómo se mueven ganando en confianza, nos llena de orgullo ver cómo se desarrolla a toda pastilla. Pero, ¡¡¡es tan agotador!!!. Mi mujer, especialmente este último mes, me comenta que se encuentra cansadísima, que se duerme en cualquier momento del día.

la etapa del dolor

Y eso que se desvelaba mucho más cuando le daba tomas por las noches (ahora ya no le da) pero, sin duda, este esfuerzo físico que exige seguir al pequeño para evitarle situaciones de peligro en la etapa de caminar,  es descomunal.

Sin embargo, como si de una bebida revitalizante se tratase, basta con una sonrisa de tu hijo, de esas de satisfacción personal por haber conseguido algo para que te eches manos a los riñones y pienses: “¡¡¡Ante este regalo, no hay dolor!!!”
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Acerca de Javier

Un Padre con la L
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