Al leer el post que comparto en esta entrada con vosotr@s de Mónica Felipe-Larralde sentí que no estaba sola. Alguien y seguramente, muchas otras mujeres, habían sentido lo mismo que yo tras tener que escoger entre criar a sus propios hijos o reincorporarse al trabajo que dejó antes de convertirse en madre.
Me quedo con algunas frases como en la que les echa en cara a las mujeres que han sido madres antes que ella que no la han avisado sobre el hecho de que convertirse en madre implicaba elegir entre dejar al bebé en otras manos o renunciar al campo profesional.
“Vida frente a economía” es lo que predica esta entrada, dedicada a las feministas que fueron madres antes que la autora.
Por muchas leyes que quieran hacernos ver que existe la conciliación familiar, por muchas y guarderías que empiecen a cuidar de nuestros y nuestras peques a partir de los 4 meses o antes los sentimientos, las necesidades y las emociones de una mujer que ha dado a luz son de forma natural, permanecer junto a su bebé hasta que sea más o menos independiente, cual mamífero.
Y un bebé de 4 meses, que es lo que tenemos de baja maternal en nuestro país, no es ni mucho menos independiente ni está preparado para que lo dejen en “brazos” de una desconocida…y digo en brazos si tiene la suerte de tener una cuidadora particular, porque con los ratios bebé/cuidador que existen en las guarderías sean públicas o privadas difícilmente tendrá ese bebé la suerte de que lo cojan en el regazo.
Muchas de nuestras madres nos recomendarán volver a trabajar, para tener la mente ocupada en otras cosas que no sean la casa y los niños, porque ellas fueron las que vivieron el hogar como en la época de Franco, como algo impuesto sin elección, viendo como una vía de escape el campo laboral.
Pero no es la solución, la solución pasa por cambiar el sistema, por reivindicar el derecho a una baja maternal más larga como en otros países europeos y por ver a la mujer que se queda en casa tras ser madre como algo natural.
