La papiroflexia nació en China, pero se convirtió en un arte en Japón. Fue allí, en el país nipón donde recibió el nombre de origami, que viene de las parabras ori, que significa plegar, y kami, o lo que es lo mismo, papel.
A mí siempre me ha llamado la atención la papiroflexia. Recuerdo que, cuando yo tenía 5 años e iba a visitar a mi abuela Emilia, mi tío Juan me enseñaba a hacer barquitos de papel. Y hasta hoy, cada vez que cae en mis manos un papel “en sucio”, fabrico barquitos de papiroflexia casi inconscientemente.
En un viaje a Santiago de Compostela cuando tenía 12 años (anda que no ha llovido…) conocí a una mujer que me enseñó a hacer pajaritos con alas que se movían si les tirabas de la cola. Pero ya casi no me acuerdo… Este modelo lo he practicado menos.
Con 15 años, mi amiga Blanca y yo nos entreteníamos dando vida a miles de pajaritas en el recreo. De las clásicas de toda la vida, pero nos quedaban tan monas…
Y recuerdo que en unas clase de inglés, ya con 20 años, el profesor nos fue dirigiendo en inglés para que plegando y plegando hiciésemos una rana. ¡Aún la tengo guardada!
Con estas historias, simplemente quiero demostraros cómo la papiroflexia, que parece un juego de niños, es ideal para gente de todas las edades. Por eso, la papiroflexia puede ser un plan estupendo para pasar una tarde de lluvia de otoño divertida y en familia. ¡Seguro que a vuestros niños les encanta!
A lo largo del post, os he ido subiendo algunos vídeos que he encontrado en internet con tutoriales para hacer algunas figuras de origami. Pero si preferís seguir los pasos en papel, os recomiendo los libros de papiroflexia de la ediciones Tutor. ¡Son una pasada! 
Este paso a paso de cómo construir un coche es un ejemplo de cómo vienen explicadas las figuras en los libros que os comento. Tienen un montón y de muchos temas: dinosaurios, animales, adornos, cajas, flores…
Y es que se puede hacer en papel casi cualquier cosa que te puedas imaginar. Si no, mira las maravillas que elabora missmsmith. A mí me han cautivado.
