El peligro de los golpes de calor en los bebés

El peligro, no sólo de los golpes de calor en verano, sino simplemente del mismo calor sobre nuestros hijos pequeños resulta evidente.

No es extraño que veáis a vuestros hijos de una manera rara. Especialmente si tienen una edad, como el nuestro, con trece meses, en la que aún no se arrancan a hablar y toda comunicación con sus mayores es mediante gestos, vocablos ininteligibles y berridos, cuando procede.

el peligro de los golpes de calor Por eso, en épocas de mucho calor, los bebés reaccionan con una mayor irritabilidad, están más mimosos, quieren hacer menos cosas solos, pierden el apetito (incluso cuando, como nuestro hijo, coma normalmente como una lima) y, por supuesto, ven alterado su sueño.

el peligro de los golpes de calor Digamos que estos son los síntomas de un bebé afectado por altas temperaturas ambientales pero que no ha alcanzado un golpe de calor.Las señales que nos pueden indicar que nuestro niño tiene un golpe de calor son, entre otros, piel enrojecida, caliente pero sin sudoración, respiración superficial y a una velocidad más alta y  fiebre  de mas 40 grados centígrados y, en casos extremos, pérdida de conciencia y convulsiones.

Si éstos son los síntomas, lo más apropiado es llevarle a urgencias aunque algunas medidas paliativas se pueden poner en práctica como humedecer un paño y pasárselo por el cuerpo, colocarle en posición semitumbada o proporcionarle agua con sal (una cucharadita por litro de agua) para que recupere la posible pérdida de sales que haya podidos sufrir).

el peligro del calor en bebés Sin embargo, para evitar que llegue a esos casos extremos, conviene tener siempre presente que cosas tan sencillas como hidratarle, a base de mucho agua y/o zumos (el propio niño, si tiene un acceso de calor, beberá como si no hubiera bebido en su vida), airear la habitación donde duerma (cuidando de que no esté expuesto a corrientes), que lo haga con poca ropa o ropa muy ligera y fresca…

En definitiva, utilizar el sentido común para evitar el peligro, a veces, el menos común de los sentidos para que nuestro hijo no sufra lo que hasta a los adultos nos afecta, el calor excesivo de nuestro verano.

Y no olvidemos que, aunque sea un segundo lo que pueda estar expuesto al sol, a nuestro bebé le afectará en mayor medida por lo que cualquier precaución (gorro, cremas…) es poca.

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Acerca de Javier

Un Padre con la L
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