Muchos pequeños se chupan el dedo desde que son bebés y es un gesto absolutamente natural. De hecho, en su primer añito de vida, lo hacen por instinto, porque nacen con ese reflejo de succionar y de hecho, esto les produce una sensación de relajación y tranquilidad. Sin embargo chuparse el dedo y aunque parece un gesto sin importancia, si el niño sigue haciéndolo incluso cuando cumple los cinco años aproximadamente, sí que puede tener ya consecuencias negativas.
Cabe destacar en primer lugar, que chuparse el dedo puede afectar muy negativamente a los dientes del pequeño, dando lugar a malformaciones e incluso alterando la mordida. En cuanto a esto último, el hecho de que los dientes no tengan la correcta colocación provocado precisamente por ese gesto continuado de meterse el dedito en la boca, también afectará a la lengua y puede llegar a provocar alteraciones en el habla, especialmente a la hora de pronunciar ciertos sonidos. Por otro lado, su dedo también se deformará, ya que, el continuo contacto con la saliva y estar en el espacio bucal hará que pierda su forma original. También pueden aparecer callos en sus deditos e incluso infecciones en torno a las uñas, ya que esta zona es especialmente delicada.
Por otra parte, el pequeño puede contraer enfermedades con mayor facilidad, ya que, después de ir tocando por donde quiere, si se introduce el dedo, finalmente puede caer enfermo. Y es que, aunque limpiemos sus manos, no sabemos cuándo puede volver a ensuciárselas y acto seguido, chupar el pulgar.
Por otro lado, a nivel social, el pequeño puede verse a veces discriminado o recibir burlas, ya que, habrá niños que se rían de este gesto, que les parezca un comportamiento infantil… y por consiguiente puede sentirse inferior al recibir estos comentarios.
Ante esta situación es importante que los padres hablen con el pequeño, para que empiece a comprender que este hábito no es positivo para él.Aunque también deben ser conscientes de que esto irá cambiando poco a poco, no intentéis presionarle demasiado, ya que, reaccionará mal y se sentirá triste. Asimismo, no es bueno que delante de otros pequeños e incluso de sus hermanos le digas frases del tipo “pues tu hermano no lo hace, ¿tú eres un bebé aun?”.
De este modo, una vez que se lo expliques, obsérvalo para saber cuándo no se mete el dedito, cuánto tiempo pasa entre una y otra vez y reconócele ese mérito de algún modo. Es importantísimo que cuando veas que no lo hace con tanta regularidad, te percates de en qué momentos lo hace, ya sea porque se siente nervioso o porque está agobiado en ese momento, e incluso simplemente por aburrimiento.
Si localizas los momentos en los que recurre a chuparse el dedo, así será más sencillo encontrar una solución.
Por ejemplo si lo hace cuando se aburre, proponle una alternativa divertida, ya sea, un cuento, ver algún dibujo animado e incluso si puedes hablarle y distraerle. Poco a poco irá olvidando este gesto y no recurrirá a él cuando no se sienta del todo a gusto.
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