Castigo Positivo

En los últimos comentarios, hablábamos de que la conducta de nuestros hijos puede ser moldeada modificada. Para ello, os mostraba un cuadro con diferentes técnicas. Explicaba el refuerzo positivo y el castigo negativo.

Hoy vamos a hablar de otra de esas estrategias, el castigo positivo. 

   EL CASTIGO  

       ¡EL ÚLTIMO RECURSO AL QUE ACUDIR!

         Los castigos suelen ser una forma muy común de proceder en la educación de los hijos, debido al efecto directo e inmediato en sus casiconductas. Sin embargo deberíamos acudir a ellos como último recurso.

 Siempre que una conducta va seguida de consecuencias desagradable para quien las ejecuta, disminuye la probabilidad de que vuelva a repetirse en el futuro. A esto se le llama castigo positivo. Regañar, dar un azote, es un castigo positivo.

Principales inconvenientes:

-      Sólo se dice al niño lo que no debe hacer; así no logramos que el niño aprenda una nueva conducta más adecuada.

-      No da como resultado cambios duraderos en las conductas, sino efímeros y momentáneos.

-      El castigo frecuente y excesivo da lugar a que la persona que lo recibe evite a la persona que lo aplica.

-      Puede generar desprecio  y miedo hacia quien lo aplica.

En aquellos casos en que nos veamos obligados a utilizarlo conviene tener presente las siguientes consideraciones:

-      Antes de aplicar el castigo informar al niño con unas palabras de aviso, y sólo, si a pesar de la advertencia persiste, ejecutaremos el castigo.

-      Para ser eficaz tiene que aplicarse inmediatamente después a la emisión de la conducta no deseada.

-      Conviene que el castigo sea breve, ya que, si no, acaba perdiendo su carácter aversivo, dado que el niño se acaba acostumbrando al mismo.

-      No utilizar castigos físicos. La reprimenda verbal, mostrando nuestro enfado, es la alternativa más apropiada al castigo físico, más aconsejable y en muchos casos más eficaz.

-      No se trata de gritarle a nuestro hijo, ni de enredarnos en una discusión, sino de exponerle con serenidad pero de forma enérgica y firme nuestro desagrado por su conducta.

-      Antes de imponer un castigo, pensar si este es proporcionado al acto realizado y que por tanto lo vamos a cumplir. Porque ocurre que cuando estamos enfadados podemos excedernos en nuestra regañina y luego arrepentirnos. Ante esto, podemos primero pararnos, respirar pensarlo y luego actuar.

-      No sentirnos culpables si recurrimos al castigo de forma ocasional.

-      Si el castigo es proporcionado y se ha meditado, no lo levantemos nunca. Si levantamos los castigos, los niños aprenden que sus padres nunca lo cumplen y por tanto les dará igual lo que los digamos porque saben que luego no lo cumplimos.

-      Es imprescindible combinar el castigo con el refuerzo de las conductas adecuadas. No olvidemos que con el castigo sólo eliminamos conductas, por tanto, si no reforzamos de forma paralela otros comportamientos, lo que conseguiremos es un niño que no emite conductas, y parece obvio que no se trata de esto. Es decir, cuando le regañemos por una conducta que no nos guste deberemos darle una alternativa a cómo hacerlo.

    “Hijo no se juega a tirar los coches contra la pared, es mejor que los cojas y los ruedes por la alfombra, así muy bien”

-      Actuar de acuerdo con la pareja, poneros de acuerdo. Si no, puede que para el niño, uno sea el blando y otro el duro.te quiero300x245

 

La utilización del castigo, ya sea en forma de castigo positivo (aparición de un estímulo aversivo) o negativo (desaparición de un estímulo positivo), tiene como consecuencia la disminución rápida e inmediata de la frecuencia de la conducta, y, si éste persiste, la desaparición total de ésta.

Sin embargo, a pesar de ser un procedimiento eficaz debe ser utilizado como                 ÚLTIMO RECURSO, cuando los otros procedimientos han fracasado, o ante conductas muy inadecuadas o peligrosas que necesitamos eliminar de manera inmediata. Ya que también tiene muchos inconvenientes.

 

 

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Psicóloga
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