El tema de la alimentación complementaria es bastante adaptable. De hecho, llama la atención que siendo todos de la misma raza humana, en algunos países difiera bastante la introducción de unos u otros alimentos. Cuando estudiaba Educación Infantil uno de los ejercicios consistía en realizar una tabla comparativa de la alimentación complementaria en distintos países.
En España por lo general se suele empezar con la alimentación complementaria, sobre los cuatro o seis meses de edad ya que es cuando se considera que el sistema nervioso, neuromuscular, gastrointestinal y el intestino está preparado. A partir del sexto mes la leche no cubre todas las necesidades nutricionales y debemos suplir esta deficiencia con alimentos como los cereales, la fruta o las verduras entre otros.
Cada caso es diferente ya que si existen antecedentes de alergia a ciertos alimentos es mejor retrasar la ingesta y estar muy pendiente de los cambios en el bebé introduciendo los nuevos alimentos poco a poco y esperando unos cuatro o cinco días para comprobar que son bien aceptados.
Como norma general hay algunas pautas claras, como que los cereales deben ser sin gluten antes de los seis meses o que la yema de huevo y el pescado blando es mejor retrasarlos hasta los 8 meses como pronto. Como todo, habrá pediatras que recomendarán primero los cereales y otros la fruta, la cuestión es ir poco a poco y hacer las cosas con sentido común.
Si bien es cierto que antiguamente se hacían las cosas de una manera y “no pasaba nada” como hay costumbres que no aportan más que riesgo para el bebé, como la de suministrar miel que ya comenté en otra entrada…mejor no inventar y seguir las recomendaciones actuales que ya habrá tiempo en una vida entera para que prueben de todo.
Si has empezado con la fruta el paso a la verdura puede que cueste ya que no es tan dulce así que puedes probar con zanahoria o calabaza que son más suaves. Al puré de verdura no hay que añadir sal ni especias y el aceite es mejor añadirlo al final, una vez ya has triturado.
Poco a poco deberemos cederles la libertad de coger los cubiertos (que sean seguros) y de “marranear” en la trona siendo importante en la medida de lo posible que su horario de comida coincida con el de la familia con el fin de hacerle ver que es un momento agradable.
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